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Parque de la Alameda

Parque de la Alameda
¡ El Parque de la Alameda se viste de otoño! Vale la pena visitar Santiago

¡Santiago es ya una realidad!



¡Ya estamos frente a la Catedral de Santiago! ¿Y ahora, que?

Acabamos de hablar con Daniel y Javier, y nos comentan que ya están en el Monte do Gozo, tomando sus últimas fotografías como viajeros peregrinos. Sabemos que aún les llevará un tiempo llegar hasta la Plaza del Obradoiro, pero no queremos entrar en la Catedral sin ellos, de manera que optamos por esperar fuera mientras distraemos nuestra mirada entre los turistas y peregrinos que pueblan la zona.


Durante el camino, en sus ratos libres, los chicos han ido diseñando  una pancarta que quieren desplegar en el momento en que sus padres hagan la entrada en la plaza, de manera que  alguno de nosotros tendrá que estar vigilante para que su llegada no nos pille desprevenidos.

Nada nos gustaría más que capturar con nuestras cámaras la esencia del lugar, ese algo etéreo que percibimos en el ambiente, pero es un ejercicio del todo imposible, pues a través del objetivo únicamente captamos edificios, calles, gentes, pero no la energía que impregna el aire y convierte Santiago en una ciudad espiritual, vívida, animada, acogedora, pero sobre todo abierta al mundo y a todo aquel que quiera visitarla, ya sea como turista, estudiante o peregrino. 




La historia de esta villa se remonta en el tiempo, y muchas han sido las civilizaciones que han vivido al abrigo de sus muros, otorgándola una pátina de tradiciones y leyendas que ha llegado hasta nuestros días. 

Antes de ser designada con el topónimo de Santiago de Compostela, recibió el nombre de Libredón, que para algunos historiadores derivaría del céltico, significando “castro del camino” y para otros provendría del romano liberum donum, que vendría a traducirse como “libre concesión (de un terreno)"

Como Arcis Marmoricis o Arca será conocida entre los siglos IX y XI, posiblemente por la ubicación de algún monumento funerario megalítico ejecutado con forma de túmulo o mámoa, siendo esta una acumulación de tierra con planta circular u ovalada, que le da forma de esfera y en cuyo interior se colocaban los sepulcros, que podían ser tipo Dolmen o de cámara simple y Sepulcros de corredor. 

Reproducción de un monumento funerario en Santiago 
Pero paralelamente y conviviendo con este topónimo, en el siglo X los documentos escritos empiezan a denominar Compostela a un suburbio de la ciudad, pudiera ser la  actual zona de la Rúa do Franco, y a partir del siglo XI con este nombre se conocerá toda la villa. 

Muchas y variadas han sido las interpretaciones que han surgido en torno al apelativo de Compostela, unas más acertadas que otras, estas basadas en leyendas, aquellas en hechos más prosaicos, pero todas han encontrado un hueco en la historia y han conseguido llegar hasta nuestros días. 

Quizás la más popular y la que está rodeada de más espiritualidad sea la de “Campus Stellae”  (Campo de la estrella), pues estaría referida a la estrella que milagrosamente indicó a Teodomiro el lugar donde se encontraba el sepulcro de Santiago. 

(Sobre este topónimo hemos realizado una amplia explicación en otra entrada de nuestro blog).

Para el Cronicón Iriense (XI-XII) el nombre estaría derivado de “Compusitum Tellus” (Tierra compuesta o hermosa).

En el XII la crónica de Sampiro dice “Compostella, id est bene composita” (Compostela, ciudad bien construida), posible interpretación, y una de las más aceptadas, que surgiría como consecuencia de la reconstrucción  y fortificación de la ciudad en el siglo XI, tras la destrucción de la misma por Almanzor, allá en el año 997.

El teólogo y filólogo Ángel Amor Ruibal, concluyó que el origen de Compostela podrá estar en el vocablo “Compositum”,  significando lugar donde está enterrado.

Pero hay quien incluso, va más allá, como Crespo Pozo y Luis Monteagudo, que razonan aduciendo que este nombre puede ser pre-jacobeo, pues aparecen diversas compostelas en Galicia, incluso hay una Compostilla en el Bierzo, y lo consideran un compuesto céltico de “Comboros” (escombros)  y “Steel” (hierro), significando escorial de minas y herrerías.

Sea como fuere y derivando su topónimo de cualquiera de las interpretaciones más arriba referidas, el resultado final viene a presentarnos una preciosa villa, bien construida y lugar donde una noche estrellada fue encontrado el sepulcro de Santiago.


¡Estamos llegando! De Salceda a Santiago de Compostela


La indescriptible sensación que nos embarga esta mañana ha hecho que nos levantemos con premura y preparemos nuestro equipaje con inusitada velocidad,  pues sabemos que hoy es el día con mayúsculas, que todo el esfuerzo que han venido realizando nuestros peregrinos culminará a las puertas de la Catedral de Santiago, cuando lleguen a la plaza del Obradoiro y hayan conseguido superar su reto personal.

El amanecer se ha presentado bañado de  una ligera bruma, que va ascendiendo lentamente desde la tierra labrada y desdibuja los contornos de los árboles que divisamos desde nuestra habitación, pero sabemos que el cielo está despejado y pronto lucirá el sol en todo su esplendor.



Estamos descansados, pues en la tarde de ayer decidimos no realizar visitas turísticas y únicamente paseamos por los caminos que rodeaban nuestro lugar de alojamiento, y desde luego fue una idea de los más acertada, pues un relajante vagabundeo y la magnífica cena que nos presentaron en Casa Assumpta, nos preparó para afrontar el día de hoy con optimismo y una pizca de anticipación, que ya estamos en la recta final de nuestro peregrinaje. 

Un paseo entre maizales nos relajó completamente

Hay puestas de sol que son únicas

El grupo al completo esperando nuestra cena
El hecho de tener que dejar a Daniel y a Javier en Salceda, pues allí fue donde terminaron su etapa ayer y será donde la retomen hoy, hace que nos apresuremos en cargar las bicicletas y nuestras pertenencias y después de disfrutar de un delicioso y completísimo desayuno, nos ponemos en camino.

Una imagen de Salceda

Sólo nos restan unos treinta kilómetros para que las torres de la Catedral de Santiago aparezcan en nuestro horizonte, y la verdad es que ya no vamos a seguir el camino de los peregrinos a pie,  pues aunque queremos detenernos en Lavacolla y el Monte do Gozo, estamos impacientes por llegar a Compostela y preparar con tiempo la sorpresa que los chicos han ideado para recibir a sus padres como se merecen. 

No obstante, y como hemos hecho en este blog cada vez que no hemos seguido la misma ruta que los romeros, vamos a ofreceros unas pequeñas pinceladas de los rincones que van jalonando el camino, pues siempre es interesante tener algún conocimiento histórico y artístico de los lugares que se descubren y se aprecian a lo largo de todo el peregrinaje.

El Cruceiro de San Breixo, uno más de los que hemos ido encontrando diseminados en nuestro trayecto, se encuentra en la parroquia de Ferreiros, población que saldrá al paso de los concheiros nada más entrar en el municipio de O Pino.

De estilo neoclásico, este hermoso crucero se encuentra muy próximo a la iglesia parroquial, estando todo el complejo protegido por una gruesa cadena, asentada sobre cuatro pilares bajos. 


En su amplio pedestal a modo de plinto, muestra el conjunto de tres imágenes de cuerpo entero, las de la Virgen de la Soledad, San Juan Evangelista y María Magdalena, en una detallada composición escultórica. La columna, de sección circular, está rematada en doble collar. Su capitel, de formas clásicas, está decorado con cabezas de ángeles y volutas.

El remate es en cruz, también de sección circular, con los extremos terminados en rosetas. Las dos imágenes en lo alto son de buen tamaño. La primera es la de Cristo crucificado, con los pies clavados y montados al uso tradicional, el izquierdo sobre el derecho, mientras bendice con ambas manos. La otra figura, de la Virgen de las Angustias, aparece vestida con manto largo, con una espada metálica clavada en el pecho.

Continuando la caminata, el peregrino alcanza la localidad de Santa Irene, aldea de no más de quince vecinos y famosa entre los viajeros por albergar dentro de su término municipal una pequeña ermita y una fuente de aguas supuestamente curativas.

La recoleta capilla es de las más antiguas de la comarca, pues su origen está datado en la Edad Media, cuando fue puesta en pie gracias a la donación de una pareja de nobles que residían en la vecina Aldea de las Dos Casas.

Ermita de Santa Irene
Su apariencia exterior es muy sencilla, de líneas simples y decoración austera. Fue levantada en planta rectangular, con ábside cuadrado y sacristía anexa a un lateral. Sin embargo, los elementos de mayor valor los guarda en su interior. Las piezas más llamativas son el retablo y las imágenes, entre otros, de la propia Santa Irene y de San Pedro.

El paisaje de la zona se complementa con una fuente, a la que se le atribuyen propiedades sanadoras, y que estaba coronada por una imagen de la santa del año mil seiscientos noventa y dos que, lamentablemente, ha sido sustraida de su lugar de origen. Su estructura está realizada en granito, con hornacina de arco rebajado y frontón triangular en el remate superior.

Fuente de Santa Irene

Varias son las leyendas relacionadas con estos dos elementos patrimoniales. Se dice que en ese mismo lugar fue sacrificada Santa Irene, de ahí que se erigiera el templo en su honor. Las aguas de la fuente tendrían la virtud, al utilizarse para regar las huertas, de acabar con las pestes. Para los niños afectados por males o que lloraban demasiado, decía el mito que era necesario hacerles pasar por debajo de la imagen de la santa dentro de la ermita.

El paso constante de los caminantes nos acerca hasta Pedrouzo o Arca, población conocida por ambos toponímicos y que ostenta la capitalidad del Ayuntamiento de O Pino.  Con toda probabilidad, el segundo nombre hace referencia y rememora al cofre donde se guardan los restos del Apóstol Santiago.